El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
«Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca una llaga como de lepra, será llevado ante el sacerdote Aarón, o ante uno de sus hijos sacerdotes. Se trata de un leproso: es impuro.
El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza. El enfermo de lepra andará con la ropa rasgada y la cabellera desgreñada, con la barba tapada y gritando: “¡Impuro, impuro!”.
Mientras le dura la afección, seguirá siendo impuro. Es impuro y vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento».
Lev 13,1-2.44-46
Salmo Responsorial
R. Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación.
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito. R
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Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
Y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R
Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero. R |
Sl 31,1-2.5.11 (R.: cf. 7)
Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios
Hermanos:
Ya comáis, ya bebáis o hagáis lo que hagáis, hacedlo todo para gloria de Dios.
No deis motivo de escándalo ni a judíos, ni a griegos, ni a la Iglesia de Dios; como yo, que procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propia ventaja, sino la de la mayoría, para que se salven.
Sed imitadores como yo lo soy de Cristo.
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